Despedida
“Y la semana que viene repasaremos de nuevo el género lírico”. De repente, el ruido de vibración del teléfono sobre la mesa, me sobresaltó. Era una llamada desde casa de mis padres. Salí al pasillo y se me cayó el alma a los pies, escuchando el llanto desconsolado de mi hermana. Tan solo me dio tiempo a coger un colgante con una moneda inserta. Me lo puse a a modo de pulsera y arranqué el coche. El trayecto fue tedioso. Me costaba concentrarme en la carretera. ¿Quién iba a decirme que pocas horas después estaría en el cementerio sin ser aún la hora del entierro? Nadie. Jamás. El sonido de una maza derribando un pequeño tabique hizo que se me erizara el vello de la nuca. Era el sonido de un despertar bronco, a destiempo. Cada trozo de madera se desprendía como si aquel ya no fuera su lugar y, efectivamente, no lo era. Todo estaba preparado, como quien espera una unión vacua. Ver la finitud de lo físico, me hizo aferrarme a la idea, más bien consoladora, de un más allá....