Expectante
Entré en el bar porque en la terraza hacía bastante frío. La humedad a la orilla del mar se te cuela por cada recoveco de tu cuerpo y tardas en acostumbrarte a ella. - ¿Me pone un café, por favor? - ¿Con leche? - Sí. Muy caliente y en taza. Gracias. Me dirijo a una mesa cerca de la ventana. Me encanta esta cafetería porque desde cualquier punto se puede ver el mar; sin embargo, prefiero sentarme cerca de la ventana. Me imagino sola en el establecimiento. Saco mi libro del bolso y sigo leyendo mientras espero el café. - Aquí tienes, guapa. Cafelito con leche hirviendo - me dice el camarero con mucha guasa. - Gracias. Ahora a soplar- respondo yo, sonriendo y abriendo el sobrecito de azúcar. El camarero vuelve a dejarme sola en mi rinconcito y yo vuelvo a mi lectura. Tomo pequeños sorbos de café y las páginas de mi libro van menguando. Cuando me doy cuenta ha anochecido. Odio las tardes de invierno que se convierten en noche cerrada a las 18:30. Pido un vaso de agua y pago la c...