Secretos

 Plantar un árbol,

escribir un libro

y follarte. 

Luego cambié por

plantar un libro, 

escribir sobre un árbol 

y encender la luz. 

Más tarde, pasé 

por no regar el árbol, 

no sacarle punta al lápiz


y no enamorarme. 


Al final, todo está anotado

como tareas pendientes, 

como secretos inconfesables,

en noches tormentosas de verano. 


                     Libélula

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