Todo eso

Miércoles, uno más. Uno de ya no sé cuántos porque la memoria no me alcanza a contarlos. Aún siendo el taitantos de muchos, hoy amanezco con ese pellizco, con esa sensación de estar haciendo lo que debo. Y es que, no son pocas las veces en las que en este mundo cofrade piensas que tirar la toalla o alejarte un poco es lo más adecuado. “Los cofrades son así”, dicen; y lo cierto es que es una pena que muchas veces, por no decir la mayoría, resplandezcan más las candelerias y los pasos que la primigenia idea de Hermandad.
Una Hermandad, sin necesariamente contar con ochocientos hermanos, en la que en la ausencia de algunos, que ven cada Miércoles desde un palco platea a nuestros titulares, se sigue adelante. Una Hermandad, en la que las madres siguen el ejemplo de humildad y sencillez de nuestra Madre Bendita del cielo. Una Hermandad, en la que hacer una papeleta de sitio implica mucho más porque sabes que ese sitio está aunque no esté y reza contigo cada Miércoles, no solo Santo, sino todos los del año, incluso los domingos. Porque Hermandad son las cosas sencillas que la constituyen, los años de apretón de manos antes de empezar y de abrazo tras cerrar las puertas de la Parroquia; pero también los años, en los que como este, el apretón y el abrazo son en la distancia. Todo, todo eso es Hermandad.

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