Entradas

Mostrando entradas de 2020

Sobrevalorar

El romanticismo está sobrevalorado. Puede llegar, incluso, a romper una relación; porque nos creemos los estándares que la sociedad impone como si fuesen sota, caballo y rey. ¡Y no! Resulta que algo que, a priori pueda no entrar en ese canon, se puede convertir en algo tremendamente importante. Hablo de cualquier gesto: compartir una canción, sentirse cómodo como para tirarse un pedo, saber decir que no… Y es que, lo realmente importante en una relación es saber priorizarse a uno mismo. Hay que quererse para querer. Hay que tener claro lo que se anhela o persigue, si se pretende cumplir un pacto. Si vamos dando palos de ciego, intentando encontrar al príncipe o la princesa de nuestros sueños, podemos quedarnos con la sensación de no estar llegando donde queremos. Lo pactado suele funcionar, siempre que el pacto no imponga condiciones que nos “condicionen” (valga la redundancia) a no ser quienes somos. Y, ¿quiénes somos? No hubiese contestado esta pregunta hace apenas unos meses, si

Metiéndonos en un jardín: “Reflexiones sobre el Amor”

Imagen
Anoche leí un artículo sobre los “tipos de amor”. No diré que me resultó interesantísimo porque los datos que lo fundamentan brillan por su ausencia. Sin embargo, es cierto que, tras la lectura, sentí la necesidad de escribir. Una necesidad inherente a mí, probablemente porque escribiendo, consigo organizar de mejor modo mis pensamientos. Como premisa, el artículo afirma que existen seis tipos de amor. En mi opinión pueden existir tantos tipos como parejas; es decir, la combinación es infinita. No se trata de encuadrar una relación dentro de unos cánones impuestos. Vais a permitirme la osadía de no comentar el texto por completo, entre otras cosas porque no es lo que pretendo. El autor habla del amor como si fuese posible catalogarlo; y, a priori, yo diría que esa tarea es demasiado engorrosa. No obstante, las reflexiones tras la lectura, al menos, por mi parte, nos obligan a sentir más afinidad con un tipo u otro. Pero lo que más caló en mí fue el hecho de darme cuenta de l

Paralizada

En septiembre ya me sentí un poco así, como estoy ahora. Y no me refiero a confinada. La presión de los actos sociales, de lo que está estipulado, a veces me sobrepasa. Me gusta la vida que tengo, me gusta tenerla por mí misma. Ser yo la que ha decidido siempre qué quería en ella y qué no. Unas veces acertando y otras equivocándome, como todo el mundo. De esos errores, tarde o temprano, he aprendido algo que he conseguido aplicar a mi desarrollo personal. Y hasta aquí: todo bien. No cargo con ningún trauma, con ningún rencor. Las cosas pasan porque tienen que pasar así y ya. Son resultado de una serie de decisiones y actos concatenados que llegan a un resultado final. ¡No hay más! ¿Mi mayor miedo? Por ahí anda. No lo tengo atado, ni enjaulado. Campa libre y a sus anchas porque mantenerlo a mi lado, sería estar constantemente pensando en él. Y creo que esa actitud no es positiva para la mente, al menos para la mía no. Sin embargo, como decía al comienzo, los actos sociales, lo es

Las horas de las sonrisas

Imagen
Poco, o nada, se ha hablado en este confinamiento de "las horas de las sonrisas". No hemos dejado de dar importancia a la hora de los aplausos o "de las palmas", como dice mi madre. Una hora concreta que durante más de cincuenta días ha marcado el fin de una jornada. Ya casi se están perdiendo esos aplausos porque, a dicha hora, muchos estamos en la calle paseando o haciendo deporte. Aún así, no he venido al blog a hablar de los aplausos, que no deberían olvidarse, sobre todo cuando volvamos a las urnas. Pasaba por aquí para hablar de todas esas horas en las que alguien, a través de un teléfono, de una pantalla, de un encuentro o, incluso, al cruzarse con nosotros por la calle, nos brinda una sonrisa. A medida que el tiempo pasa, una hora se expande y se convierte en varias. Podemos sonreír en muchos momentos del día, por infinidad de motivos, pero sobre todo, lo hacemos por el hecho de saber que quien arranca esa sonrisa está y está bien. ¿Habrá algo más boni

Realidades

El estado de alarma lo ha alterado todo. Nuestra independencia o nuestra dependencia envolvían nuestras vidas, como si se tratase de un halo de protección con el que nada ni nadie podía afectarnos. Solo lo que nos rodeaba, lo controlásemos o no, era el marco general de nuestras vidas. Hoy, la realidad es otra. ¡Tal cual! Una realidad muy cambiada pero a la que hemos tenido que adaptarnos; y seguiremos haciéndolo porque esto no se ha acabado. Podríamos pensar que, cualquier cambio que se haya producido en nuestras vidas durante este confinamiento, pudiera parecer ficticio, idílico, pasajero... ¡No sé! Cada cual sabe su situación. Mi opinión es que los cambios pueden ser tan pasajeros o tan permanentes como uno decida. Si ese nuevo hábito, si esa nueva coincidencia/casualidad, te hace bien: ¿por qué no darle continuidad? La capacidad de decidir qué queremos en nuestras vidas y qué no, no se ha visto mermada con esta cuarentena. Al contrario, somos capaces de discernir con más clari

En el paseo marítimo (cortito y al pie)

Imagen
Tres días llevamos ya pudiendo salir a "movernos". ¿Quién nos iba a decir, hace apenas unos meses, que nos iban a tener que autorizar para hacerlo? Al principio pensé que esta situación iba a producirme agobio, teniendo en cuenta que aún lo paso mal cuando tengo que ir a hacer la compra. Dicen que, a todo se acostumbra una; pero nada más lejos de la realidad, a esto no me acostumbro. Me gusta ver la cara de la gente, sus gestos, sus expresiones y es imposible cuando te metes en pasillos atestados de personas "enmascaradas" que presentan la misma incertidumbre que tú. Creo que, precisamente por esto, no me agobia ir por el paseo marítimo. La mayoría de las personas van sin mascarilla y, por impopular que resulte, para mí es todo un alivio. La gente sonríe, se siente bien. Se trata de un momento del día "nuevo". A algunos se les pasará lo de salir a hacer un poco de ejercicio, otros seguirán como lo hacían antes. Yo continúo porque respiro aire limpio

Parafraseando

Imagen
En mi entrada anterior hacía referencia a esa "Nueva normalidad" que será tan nueva como nosotros queramos que sea. Hoy me asomo a esta ventana para hablar sobre los pequeños detalles. Quiero destacar las ínfimas casualidades, que por lo general no existen, que nos hacen sonreír y darnos cuenta de lo afortunados que somos. A mí me hace feliz encontrar esas "casualidades" en versos o en oraciones que se escapan en conversaciones intrascendentes pero fundamentales y necesarias. Y me gustaría compartir algunos de esos enunciados en esta entrada: "Y la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido". Porque aunque creamos que no, la vida sigue. Lo hace de otro modo y nos convierte en seres más fuertes, ni mejores ni peores, solo más fuertes. Y es que "ningún sufrimiento concede derechos"; y esto, quizás deberíamos mirárnoslo en más de una ocasión. Porque nuestras malas experiencias a veces nos sirven de apoyo para actuar, incluso p

Nueva normalidad

Ahora, que constantemente hablamos de fases, de desescaladas, de nueva normalidad; ahora, y justo ahora, es cuando debemos plantearnos muchas cosas. Sí, reconozco que el confinamiento ha sido una putada (y de las gordas). Hemos visto nuestras vidas "paradas". Y sí, entrecomillo este verbo porque no se nos "ha detenido la vida", simplemente hemos tenido que aprender a vivir de forma más pausada, más lenta. A veces, ha sido y está siendo, más estresante, en el caso del trabajo, porque estamos acostumbrados (al menos en mi caso) a trabajar en equipo, al trato humano constante. Y eso, desde casa, se hace más difícil pero no imposible. Desde mi experiencia, no he tenido ninguna etapa pesimista en este tiempo. Creo que, desde la soledad de esta cuarentena, he aprendido a convivir conmigo misma. Y ya vivía sola, pero es que ahora he tenido que aprehender a vivir sin gente. A que mis relaciones sean a través de las pantallas y, hasta eso, se ha convertido en algo monóto

El carnaval que se salvó

Imagen
Estaba echándole un ojo a mi blog. Llevo mucho tiempo, demasiado, sin pasar por aquí; sin dejar algunas palabras a las que volver algún día. De modo que voy a ello. El pasado 2019 hice un resumen de lo que fue el carnaval para mí. Y es que desde que vivo en esta bendita tierra, es obligado hacerlo. Quiero que este año no sea menos. Incluso, me atrevería a decir, que debe ser más, mucho más. Porque este carnaval 2020 ha sido y será: "El carnaval que se salvó". Y quizás, ahora que voy a rememorarlo contigo, que me lees, puede ser también el carnaval que nos salve. Están siendo días raros. En los que poco o nada nos importa el sol en la calle, el buen tiempo, si es fin de semana o no. Nuestra mayor preocupación se reduce en estar bien y cuidar de los nuestros. ¿Cómo? ¡Cómo sea! Desde aquí, quiero cuidar un poco de vosotros, quienes asomáis alguna vez a este rincón. Para recordar este Carnaval, no seguiré un orden lógico. Voy a poner en alza aquello que más relevancia ha te