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Mostrando entradas de agosto, 2018

El Camino

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Aún no me había sentado frente al folio en blanco para dejar por escrito mi experiencia haciendo el Camino de Santiago (la primera de muchas, espero). El mes de agosto lo comencé andando, madrugando para caminar, trasnochando para pensar. Y lo he continuado, casi hasta su fin, disfrutando del pueblo, de los amigos, de las tradiciones y de la familia, sobre todo de la familia. Ahora, con un poco más de calma y casi preparando las maletas, echo la vista atrás. Solo fueron seis días los que dediqué al Camino, pero fueron jornadas intensas. Mucha diversión y mucha reflexión. Creo que todo el que lo hace acaba contando lo bueno, también tiene cosas malas: dolor, cansancio, heridas, ausencias... Y lo más paradójico es que esos dolores y esas heridas, algunas veces, las llevamos ya de casa. A quien nunca ha vivido una experiencia de este tipo, igual le suena todo a idealización y mero postureo (en parte yo también lo pensaba); sin embargo, caminando conmigo misma he descubierto cosas de mí

Quiero flores

"Cuando la vasija se disculpó ante el aguador por todas las pérdidas que le había supuesto, este solo pudo pedirle que lo acompañara al sendero para mostrarle todo lo que juntos habían conseguido. La vasija agrietada no lograba entender lo que su dueño quería mostrarle; y, en realidad, lo tenía delante de sus narices. El sendero estaba repleto de flores gracias al agua que ella misma había derramado por sus grietas". Me permito parafrasear el final de este cuento, del que no se sabe muy bien su origen. No hace mucho me lo contaban en la "ciudad de los cuentos", paseando por sus calles; y, hoy, casi por ensalmo, acabando el único libro que he leído de Bucay, me lo he encontrado. Presiento que todos los libros de este autor argentino invitan a la reflexión y a la creación de nuestras propias conclusiones. Bueno, ¿y qué autor no acaba consiguiendo eso, aunque sea de forma no intencionada? Lo cierto es que empecé a leerlo sin saber muy bien qué iba a encontrarme y es