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Las golondrinas visten versos

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Calurosa tarde de finales de Agosto, escondida, desde la rama más fuerte de este naranjo he visto a un poeta que me miraba, cuaderno en mano, anotando. Quizás pedía versos, quizás solo una preposición: no lo sé. El caso es que me observaba como si yo fuese una creación, un verso por escribir. Me sentía desnuda ante su mirada profunda. Temí. Desplegué mis alas y mudé de árbol, de rama. Desde allí lo observé buscándome, inquieto, incluso podría decir que triste. Testarudo seguía esperándome cada tarde. Yo permanecía escondida, inmóvil; no quería seguir las reglas ortográficas que él estimase oportunas. Los poetas no son libres, no alzan el vuelo; están sujetos a normas gramaticales, al orden sintáctico, a usar figuras retóricas. Permanecí oculta. Otoño. Invierno. Una tarde de abril, al marcharse, dejó en su banco de piedra un trozo de papel. Se alejó. Revoloteé hasta llegar al banco para no ser vista. En mi pico me llevé el papel olvidado y, una vez a salvo, leí su contenido:

Mañana

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Hoy estoy optimista, mis líneas no están torcidas. El folio en blanco parece labrado al deslizar la punta del bolígrafo, que estropea su color inmaculado. Hoy estoy optimista, el mundo, y sus sinsabores me resultan un juego, una representación infinita llena de disfraces y palabrería estudiada con antelación. Hoy estoy optimista, represento el papel de docente, después el de trabajador esporádico, el de amiga incansable, el de hija abnegada. Hoy, estoy optimista y, al llegar la noche, me iré a dormir como persona cansada. Hoy estoy optimista, ¿Mañana?, mañana no sé; Pero mañana será distinto, Mañana no representaré.

Y de oca a oca

- ¿Jugamos? - ¿A qué? - Yo pregunto, tú respondes; tú preguntas y yo respondo. - ¿Lo que quiera? - Sí. - ¿Me quieres? - ¡Para siempre!

Desde un secreto cajón...

Dejó su cuaderno sobre la mesa de la cocina y, con el pico de su delantal gris oscuro, limpió una lágrima que resbalaba velozmente recorriendo su mejilla. Sorbió el llanto que, en forma de mucosa, se agolpaba en su nariz; mientras permanecía con la mirada perdida. No dejaba que nadie la viese así: con un rostro apenado, un cuerpo abatido en medio de una cocina desangelada y un mandil repleto de lágrimas. Solo se permitía estar así en compañía de su cuaderno. Ahora, tocaba meterlo en su cajón y cerrar con llave. De nuevo se dibujaría una media sonrisa en los labios, pellizcaría sus mejillas para sonrosarlas y volvería a los fogones. Y mientras guisaba con dulzura y buen hacer, a la espera de que todos se sentasen a la mesa, su cuaderno palpitaba desde su escondite con llave, como un corazón débil y enfermo. Las páginas, llenas de faltas de ortografía e impregnadas de los olores propios del sofrito de múltiples guisos, decían cosas hermosas que nunca serían publicadas. Tal vez, algún

Una oportunidad en nuestras manos

Se miró las manos, pequeñas, ágiles, ávidas aprendices. Adormiladas aún durante el desayuno, despertando al contacto con los granos de café. Unas manos dispuestas a trabajar, a tirar del carro en los momentos difíciles. Unas manos sin esmaltes, sin cuidados minuciosos pero bellas. Unas manos capaces de abrir una ventana a un mundo nuevo a niños y adolescentes; solo enarbolando una tiza y trazando la oquedad que les permita asomarse al conocimiento. Esta mañana esas manos se sienten con fuerzas renovadas, capaces de enfrentarse al mundo y tirar con fuerza de él. Pero su mente, su mente no. Mil pensamientos pululan en su cabeza, mientras sus manos pican la tarjeta que demuestra que ha llegado puntual a su trabajo. La mañana pasa y ella, ajena al ajetreo de manos y cuerpo, sigue pensando en lo que hará con su sueldo. Se ve, dentro de muy poco, en otra ciudad con otra gente; chapurreando otro idioma y buscando la oportunidad de enseñar. La oportunidad de sentirse satisfecha, realizada co

Te confieso que...

Odio cuando me dices que los nervios te jugaron una mala pasada. Cuando excusas tus fracasos tras esa pátina de verdad a medias. Has caído, sí, pero tú te has dejado caer. Nadie te ha pisado los dedos cuando estabas colgando del borde de la balaustrada. Te tendieron la mano, varias además, y no supiste aferrarte a ellas; ensimismado en tus planteamientos pueriles, dejaste escapar la oportunidad de subir ese peldaño con fuerza, pisando sobre seguro. Ahora, te toca empezar una nueva andadura con unos zapatos a estrenar que, quizás, no sean de tu talla. Te harán rozaduras, pues te quedan grandes, pero solo tú, únicamente tú, puedes adquirir esas plantillas que se ajusten a tu pie y a la horma de tu zapato. Borrón y cuenta nueva.

A ti

“Voy a poner en marcha un despliegue de medios para tenerte cerca, para que tú y yo seamos mucho más que pronombres. Pretendo que mi historia sea tu historia. No me conformo con esto, no quiero,cada noche,leerte: ¡aborrezco dejarte al final del día en mi mesilla de noche! Déjame hacerte real, palpable, concreto; permíteme ser quien haga realidad tus palabras, tus versos, tus ritmos escondidos". Se lo dije, mirándolo cara a cara. Silencio, no dijo nada. ¡Maldito libro que solo habla cuando pasas sus páginas!

El primer "amor"

Sobre su regazo un ejemplar nuevo de su novela preferida. Antes de posarlo en sus rodillas y comenzar la lectura apasionada del mismo, ya lo había olido saboreando cada milímetro cúbico de ese aroma especial que desprenden los libros recién adquiridos. Llevaba dos páginas y como quien se reencuentra con su primer amor, ya había caído en las redes que la historia le tendía. ¡Otra vez se había vuelto a enamorar!

La última conexión de Descartes

“Tecleo, luego existo”, esto es lo que diría Descartes hoy en día ante el aluvión tecnológico que nos envuelve. Y es que nuestras vidas giran alrededor de las nuevas tecnologías, somos seres tecnológicos, localizables en todo momento. Y si hablamos de nuestros alumnos, lo tecnológico constituye el centro de sus vidas, ya que raro es el adolescente que no lleva consigo una mini-pantalla a todas horas. De modo que, para nosotros, es totalmente indispensable el uso de las TIC en el aula. Si queremos llamar su atención y no sentirnos un paso por detrás de ellos, aunque lo estemos, debemos estar al día con las TIC. Y esta puesta a punto, solo puede producirse no dejándolas a un lado, debemos emplearlas en nuestra metodología y hacer ver a nuestros discentes que lo cotidiano, lo imprescindible para ellos, puede estar inserto y funcionar en su aprendizaje. Nuestro fin es el de enseñar lengua y literatura y nuestro medio no puede ser otro: su lenguaje. Ellos hablan a través de redes social