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Mostrando entradas de julio, 2018

Lugares de la memoria

Estoy segura de que los lugares tienen memoria. Bueno, igual no tengo la absoluta certeza de eso pero sí del hecho de que nuestra memoria es selectiva. Estas últimas semanas están siendo atípicas. Mi ritmo de vida ha menguado notablemente en trabajo y en estudio. En mis 31 años de vida nunca he tenido tanto tiempo de ocio como ahora y a eso, aunque sea bueno, también hay que saber acostumbrarse. Pues bien, todo está siendo raro, diferente. Estoy despidiéndome de lugares y personas, siendo consciente de que volveré tanto a unos como a otros. ¿Quién me iba a decir a mí, hace la friolera de 19 años, que algún día trabajaría en Jerez compartiendo mi día a día con quienes siempre he considerado mi familia? El destino, la vida que da tantas vueltas, me han traído aquí. Y quién podría decirme que, después de otros tantos años, iba a regresar a Granada e iba a verla de un modo tan diferente. Han sido dos días escasos, pero ella y yo sabíamos que necesitábamos una "reconciliación&quo

Los mismos ojos

La pesadilla se repetía. Despertaba empapado por su propio sudor, se metía en la ducha e intentaba desconectar por completo. El café, bien cargado, lo activaba para salir a correr antes de irse al trabajo. Ese momento del día le hacía sentir libre. Una vez en el trabajo, la angustia no cesaba. El ambiente estaba cargado o, quizás era su propia actitud que lo enrarecía todo. A medida que el día iba menguando en horas, su cabeza y su cuerpo iban perdiendo también fuerza e intensidad. Así un día tras otro. Al anochecer, sentado en su lugar preferido de la casa, con un libro entre manos y disfrutando del aroma de su jazmín; dejó volar sus pensamientos. Y en pleno vuelo, estos se volvían positivos: en su vida solo había una cosa por la que merecía levantarse cada día. Esa cosita tenía una preciosa sonrisa y unos ojos azules muy parecidos a los que se reflejaban en el espejo cada vez que se asomaba. Luciérnaga