Lugares de la memoria

Estoy segura de que los lugares tienen memoria. Bueno, igual no tengo la absoluta certeza de eso pero sí del hecho de que nuestra memoria es selectiva.

Estas últimas semanas están siendo atípicas. Mi ritmo de vida ha menguado notablemente en trabajo y en estudio. En mis 31 años de vida nunca he tenido tanto tiempo de ocio como ahora y a eso, aunque sea bueno, también hay que saber acostumbrarse. Pues bien, todo está siendo raro, diferente. Estoy despidiéndome de lugares y personas, siendo consciente de que volveré tanto a unos como a otros.

¿Quién me iba a decir a mí, hace la friolera de 19 años, que algún día trabajaría en Jerez compartiendo mi día a día con quienes siempre he considerado mi familia? El destino, la vida que da tantas vueltas, me han traído aquí.

Y quién podría decirme que, después de otros tantos años, iba a regresar a Granada e iba a verla de un modo tan diferente. Han sido dos días escasos, pero ella y yo sabíamos que necesitábamos una "reconciliación". Me acogió en su día como a cada uno de los estudiantes que llegan a ella; y yo, de forma casi condescendiente, la abandoné sin despedirme; casi culpándola de todas mis chaladuras. Y no, Granada, no. En la plaza de las Pasiegas decidiste susurrarme al oído que tú me habías perdonado, que ni se me ocurriera disculparme. Y recorriendo tus callecitas empinadas en busca de tu mirador más solicitado, me descubriste que la vida puede ir rápido y que puede haber quién te espere, sin siquiera querer hacerlo, sin siquiera querer esperarte porque la cabeza a veces manda más que el corazón. Y en el discurrir del Darro, a media tarde, pensando en tener que abandonarte y escondiendo una lágrima tras mis gafas de sol, me dijiste: "Estoy aquí, vuelve cuando quieras; siempre que quieras. Ya has visto que hay quien lo hace y bien".

En la memoria de los lugares o en los lugares de la memoria, Sevilla ocupa un puesto clave. Allí tengo a mi familia. He vivido mucho y bueno en sus calles y siempre he descubierto algo nuevo en ellas. Y me gustaría, me encantaría seguir atesorando recuerdos y vivencias. Incluso he tenido que aprender a conducir y recorrer sus pueblos: Camas, Espartinas, Coria, Castilleja, Mairena...

Cádiz y su carnaval, ¿quién no prometería volver a Cádiz si en Cádiz hay que morir? Tanto que agradecerle... Tan buenos paseos por sus calles, tantos buenos ratos en sus playas, a las puertas del Falla rogándole al Dios carnavalero por todo... ¡Cádiz!

Y de una trimilenaria a otra: me toca volver a Arjona. Y regresaré cuando el olor a nardos lo impregne todo,cuando los reencuentros son los que mandan y cuando la ciudad se llena de luz bajo el granate de unas banderas.

Estoy convencida de que los lugares poseen memoria, porque si no jamás lograrían despertar en nosotros los sentimientos que provocan; esos que me llevan a escribir estas líneas con el corazón en la boca.

Luciérnaga

Comentarios

  1. Querida Luciérnaga,

    Pocas cosas tendría que decirte que aún tú no supieras, aunque al igual que a todos a veces se te olvidan y desactivas tu luz.

    Sabes que eres bioluminiscente y que gracias a ello nos atraes hacia ti sin apenas darnos cuenta y una vez que compartimos tantos lugares, deseos, conversaciones... bajo tu luz, es imposible olvidarla.

    Tus antenas delgadas y articuladas son capaces de detectar el momento justo en el que nos encontramos los demás y transmitirnos (aunque sea desde kilómetros) ese aliento que tanto necesitamos.

    Ahora te toca emprender un nuevo vuelo e iluminar otros lugares que te acogerán con los brazos abiertos. Mientras tanto continua en el viaje del aprendizaje, de la riqueza de la lectura y de la fortuna de estar rodeada de todos los que tenemos la suerte de encontrarnos bajo tus alas.

    Te quiero "mi bichito de luz"

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    1. Saberme querida y apreciada es más que suficiente. Yo también te quiero.

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