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Mostrando entradas de junio, 2022

"El bombero de Pompeya", de Miguel Ángel García argüez

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 He devorado este libro de relatos al que le tenía muchas ganas, por sus buenas críticas y por el regusto de otros textos de este autor. La inmediatez en la escritura de la reseña, responde a mi intención de hacerla fresca, sin digerir su lectura. Bien es cierto, que el final de cada relato ya exige una pausa reflexiva o sorpresiva.  El último relato es que el da nombre a la colección, publicada por "Libros de la herida"; pero ninguna historia deja indiferente al lector.  "Aquaplaning" teniendo a Noé como referente histórico y a un periodista como protagonista, narra el mítico Diluvio universal como si se tratase de una travesía histórica con sus posibles deserciones, motines, escarceos sexuales, etc.  Mediante el relato "Mata a muero hierro quien", el autor hace una frenética crítica al poder, a la sinrazón de los ejércitos y de los puestos de mando. Dejando muy claro aquello de que "solo el pueblo salva al pueblo" frente a nuestro mayor enemigo

"Muerte en Santa Rita", de Elia Barceló

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 Santa Rita es un antiguo balneario y sanatorio, donde residen infinidad de personas acompañando a Sofía. Todos tienen una función dentro de la casa haciendo de la misma una comunidad cordial. Sofía es una anciana escritora de novelas de misterio y amorosas. A su lado está siempre Candy, su secretaria y mano derecha.  Después de muchos años, Greta vuelve a Santa Rita. Se trata de la sobrina y traductora de Sofía. Heredará Santa Rita; por ello, Sofía la quiere al tanto de todo, aunque ella sea reticente a cambiar su vida por completo en Santa Rita.  Moncho Riquelme muere en extrañas circunstancias y, en medio de la investigación, Greta y Robles (policía jubilado) se aúnan para llegar a la verdad. 

"La tabla de Flandes", de Arturo Pérez Reverte.

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Parapetarse tras una obra de arte para proteger a una ahijada, para asesinar sin escrúpulos o para escribir una magnífica historia. Esa es la finalidad de esta novela de Reverte. Llegó a mis manos gracias a la recomendación de un gran amigo del autor. Al principio pensé que recomendarse entre colegas era lo idóneo; sin embargo, decidí darle la oportunidad, sobre todo por el poso que las letras del académico pudiera dejar en mí.  Ha sido una odisea su lectura, que se ha prolongado en el tiempo más de lo que yo misma pretendía. Pero como toda buena partida de ajedrez necesita su tiempo, esta historia ha requerido el suyo conmigo.  Julia es nuestra protagonista. Restauradora de arte a la que le encargan restaurar "La partida de ajedrez" de Van Huys. Hasta aquí todo normal. La situación comienza a hacerse más interesante cuando descubre detalles entre las capas de pigmentos que probablemente revaloricen el cuadro. Casi por ensalmo, empiezan a acudir tasadores, coleccionistas, gal

Nardos en salitre

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  El calor y, sobre todo, la humedad se hacían insoportables en aquella mañana de agosto. Caminábamos hacia el mercado. Nuestros pasos eran pausados. Ya sabía que salir con mi abuela, significaba aminorar la marcha y adaptarme a sus cansadas piernas. Sin embargo, saber que tenía que salir con ella era un auténtico placer. En el camino eran muchos los que nos saludaban y se alegraban de verla. Ana, mi abuela, charlaba con todo el que encontraba a su paso. Siempre tenía una sonrisa espléndida y hablaba con sorna y guasa.  —Ana, ¡cuánto tiempo sin verla! Está usted estupenda. —¿Cómo que “usted”?—la pregunta en forma de amenaza le salió de lo más profundo de su garganta. Mi abuela odiaba los formalismos y que la llamasen de usted. Rozaba los ochenta y cinco años, pero se negaba a asumirlos. Solo en sus andares pesarosos se notaba su edad. Vestía como siempre: camiseta, pantalón y sandalias; y su pelo era blanco pero seguía tan rebelde y alborotado como a los treinta.  —Disculpa, Ana—se exc

Popurrí de besos

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  Que no necesitaba ungüentos, necesitaba tus besos. Y es que cuando me bebes la boca, las ganas me pueden, el corazón se me desboca. Y cuando los días van cayendo, más necesito de eso, más me convenzo de lo que siento. En tu cama, donde todo son caricias, coplas, abrazos y deseo; nunca ha habido un te extraño, aunque sí sentimientos revueltos. Deja que manden ellos, ábreme de nuevo, cántame ese popurrí de besos.                                                                       Libélula