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Mostrando entradas de 2021

“El italiano”, de Arturo Pérez Reverte

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Elena Arbúes es una librera de La Línea, en plena Segunda Guerra Mundial. Allí conoce o, más bien rescata, a un buzo italiano que ha quedado a la deriva en la Bahía: Teseo Lombardo. Cabe esperar que ambos se enamoren, máxime leyendo las descripciones que la propia Elena hace de Teseo: “mentón fuerte, espalda robusta…”. Y es así como ocurre. Pero, tal vez, esto sea lo más previsible de toda la novela. Pérez Reverte consigue adentrarse en la relato como escritor y como antiguo reportero de guerra. No se trata de la voz narrativa tal cual, sino de la voz autorizada que nos sitúa en cada parte de forma magistral aportando datos reales y señalando la importancia de su imaginación.  La narración de la explosión de la flota inglesa en Gibraltar; el rastreo continuo de la policía inglesa junto a la española; el ambiente de esta época tan convulsa; quedan reflejados de forma única en esta novela que como dice su subtítulo es “una historia de amor, mar y guerra”. 

“Los vencejos”, de Fernando Aramburu

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 Toni, un profesor de Filosofía cansado de la rutina, decide ponerle fin a su vida. Para ello, llega a un acuerdo con su amigo “Patachula”, que se suma a esta iniciativa, fijando una fecha en el calendario.  Lo adicto de esta novela no es el hecho de saber que el protagonista escribe porque piensa suicidarse, sino el modo tan elocuente, a la par que sarcástico, en el que Toni relata los acontecimientos más importantes de su vida. Son constantes los saltos temporales, ya que no sigue un orden preestablecido. Nos va contando lo que le parece, porque narra a fuerza de impulsos, de acontecimientos de su día.  En la historia, Toni no está solo, aunque a veces preferiría estarlo. Algunos de sus acompañantes son: Amalia, Raúl, Águeda, Pepa (su perrita), Nikita (su hijo) y Tina. De quienes no revelaré nada en concreto porque cada uno encierra un mundo apasionante en la novela.  Se trata de una historia que te atrapa desde las primeras páginas, donde reír y llorar se dan la mano; donde lo irrev

“Pan de limón con semillas de amapola”, de Cristina Campos

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 Tras haber escuchado buenas críticas sobre la novela, y a la espera del estreno de la película de Benito Zambrano; no he podido resistirme a sumergirme en su lectura.  La autora nos cuenta la historia de un viejo molino y horno de pan, que será el nexo de unión de distintas historias; teniendo como personaje principal a Marina. No obstante, esta ginecóloga voluntaria de Médicos Sin Fronteras, dará su lugar a cada uno de los personajes que comparten historia con ella: Anna, Anita, Noemí, Marta o Lola, entre otros.  Se trata de una historia de superación y de conflictos familiares que forjan el carácter de la protagonista y que la convierten en la mujer que hoy es. Todo ello girando en torno a la elaboración del pan de limón con semillas de amapola, que tiene conquistado al pueblo mallorquí de Valldemossa y cuya receta es un secreto, como todo lo que rodea a Lola, la antigua panadera.  Durante la lectura se suceden las recetas que funcionan en el horno. Y el lector puede saborear cada u

Soledad

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A veces, pensamos soledad, aunque no la tengamos ni la queramos. Merodea por nuestra mente porque es libre de hacer lo que quiera, donde desee. ¡Total, nadie va a sentarse con ella a reprocharle nada!  ¡Ay de ti, Soledad! Algún día, alguien tendrá la desfachatez de acompañarte.  Libélula

"Todo esto te daré", de Dolores Redondo

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 Manuel Ortigosa es un afamado escritor residente en Madrid. Recibe la trágica noticia de la muerte de su marido Álvaro Múñiz de Dávila. Es fascinante la forma en la que la voz narrativa nos cuenta cómo recibe la noticia el protagonista. Analizando cada gesto, cada palabra, desde el punto de vista del escritor que ha plasmado, en más de una ocasión, una escena parecida.  Nuestro protagonista viaja a Galicia para reconocer el cuerpo de Álvaro. Una vez allí, comienza su aventura, cual Sherlock Holmes acompañado siempre de su Watson particular: Andrés Nogueira; un guardia civil jubilado que persigue de forma incansable la verdad.  La familia Múñiz de Dávila, herederos de un marquesado con siglos de antigüedad, esconde secretos oscuros. Manuel ni siquiera sabía de la existencia de esta familia tan particular. Algo que lo frustra sobre manera, ya que considera que en su matrimonio subyace la mentira. Sin embargo, no dejará de investigar. Siguiendo los consejos de Nogueira y del padre Lucas,

"Cenizas de plata y sangre", de Almudena de Arteaga

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 El 18 de agosto de 1947, se produce la explosión de un polvorín de la Armada en Cádiz. En estos años de recuperación tras la Guerra Civil y el impacto de la Segunda Guerra Mundial en el resto de Europa, la capital gaditana sufre una tragedia en la Base de defensas submarinas, junto al barrio de San Severiano. Este arsenal se fue almacenando a lo largo de 1942 ante la inminencia de un hipotético desembarco aliado.  Almudena de Arteaga aprovecha esta catástrofe, en la que murieron ciento cincuenta personas y resultaron heridas más de cinco mil, para desarrollar la historia de Ingrid. Una espía alemana que, tras perderlo todo, en la Segunda Guerra Mundial, se vende al mejor postor en una época en la que los aliados tan pronto lo son, como se convierten en enemigos.  La autora plantea este acontecimiento como un sabotaje anarquista, sin embargo el estallido del polvorín gaditano sigue siendo una incógnita. Bien podría haber sido como relata Arteaga; presentando, de forma descarnada, el en

“Rodeo”, de Lluïsa Cunillé

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 Leer un poquito de teatro siempre viene bien. Sin embargo, esta lectura me ha resultado desconcertante. Apenas ha ocupado una hora de mi tiempo. Esta autora, ganadora del Premio Calderón de la Barca en 1991, compone una historia fragmentada, equidistante con el espectador y, quizás más, con el lector.  En principio, cuesta ubicar el espacio de la obra: una funeraria. Se trata de un negocio familiar que funciona, pero del que sus herederos (un chico y una chica) quieren desvincularse. Además, su padre no está dispuesto a que esto ocurra, ya que son sus hijos y, sobre todo, la chica la que está sacando el trabajo adelante.  Los tres personajes principales (padre e hijos) se empeñan en eludir constantemente la realidad. Dan rodeos para no asumir sus frustraciones, sus sueños, sus vidas. 

"El chico que dibujaba constelaciones", de Alice Kellen

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 Se trata de una novela entrañable, cuyo final casi se infiere desde el comienzo de la misma. Sin embargo, hace un recorrido por la Historia más reciente de España, a través de canciones, referentes artísticos, complejos y prejuicios.  Podría ser la historia de nuestros padres o de nuestros abuelos; y eso es lo que la hace tan amena. La voz narrativa es la de Valentina que se dirige siempre a su marido Gabriel. Casi podríamos compararla con Menchu, la protagonista de "Cinco horas con Mario"; con la salvedad de que Valentina no reprocha ni habla con un finado de cuerpo presente. Valentina tiene a su receptor ideal que es Gabriel, pero todos somos sus lectores disfrutando de la humana historia de estos dos personajes desde su más tierna juventud.  En este caso, he leído a través de la aplicación Storytel. Plataforma que últimamente uso de forma casi diaria. La narración que lleva a cabo Angi Sansón hace, si cabe, que la historia sea mucho más dulce. 

Grabando

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 Mi respiración se hacía cada vez más acelerada. Se asemejaba al ritmo de cuando descolgué el teléfono de madrugada, hace apenas una semana. También era parecida a la que, no hacía ni dos días, marcaba mi pulsómetro en el pasillo del hospital. Pero, justo ahora, no tenía nada que ver con todo lo que invadía y emborronaba mi cabeza.  El corazón amenazaba con salírseme por la boca porque no corría como siempre. Lo hacía como un loco, como si la vida se me fuera en ello. Y quizás sí, esa era la descripción: la vida se me estaba yendo. Se me había ido en dos semanas. Y aunque, mi positividad, mi energía de siempre, estaban ahí; mi cabeza no ejecutaba las conexiones necesarias para que se aunaran.  Tenía sed. No veía ninguna fuente cerca. Tampoco paré a mirar. Seguí corriendo como si tuviera un rumbo fijo. Notaba mis pulmones al máximo rendimiento; y ni mi acordaba de mis piernas. La sed dejaba un regusto pastoso en mi paladar. Llevaba dos días sin hablar apenas, lo mínimo. Me percaté de el

“La primera mano que sostuvo la mía”, de Maggie O´Farrel

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 Una novela cargada de  cuadros sensoriales. La autora consigue, con una maestría abrumadora, penetrar en los pensamientos más recónditos de sus personajes. Nos muestra lo más visceral de ellos; las sensaciones más profundas y, a veces, vergonzantes. En definitiva, hace un recorrido por todo aquello que, en la mayoría de los casos, nos da pudor ahondar.  Maggie crea una red de personajes interconectados; y, como lectores, sentimos esa conexión desde el principio de la novela, pero no dejamos de leer cada historia como vidas cruzadas y no conectadas.  Se trata de una visión humana sesuda y bien construida, que te va imbuyendo como si no quisieras nunca llegar al final. 

Trilogía "El silencio de la ciudad blanca", de Eva García Sáenz de Urturi

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 La reciente ganadora del Premio Planeta, ubica a los protagonistas en la ciudad vasca de Vitoria. Unai López de Ayala se ve inmerso en investigaciones policiales relacionadas con ritos, leyendas e historias del pasado. Sin embargo, todos los asesinatos de estas novelas policíacas ("El silencio de la ciudad blanca", "Los ritos del agua" y "Los señores del tiempo") tienen una vinculación estrechísima con el desarrollo vital del protagonista.  Cabe destacar que, a pesar de formar parte de una trilogía, la autora muestra, en el último volumen, su inclinación por el género de la novela histórica. De modo que, en "Los señores del tiempo", el lector encuentra capítulos enmarcados en el siglo XXI y capítulos medievales. Técnica que hace que la novela sea mucho más compleja, en forma, que las dos anteriores. Aunque, siendo críticos, las dos primeras tienen una trama mucho más conformada y homogénea que esta última; quizás por esa simbiosis, a veces forza

"El arte de engañar al karma", de Elísabet Benavent

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 Catalina encuentra los cuadros de su tía abuela en el desván, intentando desalojar la casa tras su muerte. Le parecen propios del rastro y decide venderlos allí, con el fin de sacarse algún ingreso extra. Sin embargo, la mañana en el rastro resulta ser un completo desastre. Para desquitarse de ello, decide tomar unas bravas en una terraza. Un marchante de arte, Eloy, que pasa por allí, queda fascinado con los cuadros y le propone un negocio.  A partir de ahí, nuestra protagonista entrará en un bucle de mentiras del que le costará salir. Excepto con Mikel Avedaño, un artista polifacético que, al escucharla hablar sobre "su obra", comprenderá de inmediato que es una farsante. El hecho de que la descubra y se lo diga, convierte la relación en una tensión y antipatía constante. Pero solo Mikel puede ayudarla a salir del atolladero en el que se ha metido. Y lo hará.  ¿Se trata de una historia más de amor con final feliz? ¿Será solo la locura de una treintañera sin futuro como act

"Sira", de María Dueñas

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 Tras el apabullante éxito de "El tiempo entre costuras", María Dueñas ha escrito mucho; no en vano, dicha novela se publicó en 2009. Tras doce años de la incursión de Sira Quiroga en nuestras vidas, para algunos también a través de la pantalla, la autora la rescata. Nos cuenta cómo se desarrolla su vida tras las últimas aventuras como espía para los británicos. Además de seguir adelante con la historia de amor entre ella y Marcus Logan.  La novela es extensa: hay mucho que contar. Sin embargo, no le sobra una coma. En ella el lector descubre algunos detalles de la visita de Eva Perón a España en 1947. A lo largo de la misma, Sira estará muy involucrada siendo corresponsal de la BBC. Además, se verá envuelta en un problema de Estado que trastocará todos sus planes de futuro.  En la narración no faltan los reencuentros, aunque no siempre felices, con personajes de la primera novela: Félix Aranda, la Matutera, el inspector don Claudio e, incluso, Ramiro Arribas.  "Sira&quo

"En busca del unicornio", de Juan Eslava Galán

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 ¿Novela histórica o Historia novelada? Esa es la pregunta que surge cuando lees alguna obra de este Premio Planeta.  La búsqueda del unicornio supuso, en su día, el feliz encuentro del lector de finales de los ochenta con una novela nutrida con infinidad de documentos históricos, pero con mucha inventiva, ironía e, incluso, sarcasmo. Eslava Galán consiguió no solo el Premio Planeta sino el reconocimiento de un lector en ciernes de lo que sería la "nueva novela histórica".  La lectura de esta historia en 2021 resulta tan novedosa como pudo serlo en ese 1987; y se observan, en ella, trazos firmes del camino que este subgénero ha seguido hasta nuestros días. Juan de Olid cumple con la misión que le encomienda Enrique IV, el impotente, atravesando todo el continente africano para conseguir el cuerno de un unicornio. Y en su camino encuentra el amor, la desazón, la amistad, el desamor, la pasión y... ¿el unicornio?

Entre bambalinas

En una noche mágica,  extenuada y agotadora,  he comprendido, ilógica,  fugaz e irreverente... Me he contado, a mí misma,  el secreto callado hasta ahora, de que quiero quererte;  aunque sea entre bambalinas,  a pesar de ser una mentira.  Libélula

Instantes que suman

Colgó y se sintió más liberada que nunca. Hubiese querido decir todo aquello “face to face”, como dicen ahora. Sin embargo, no se dieron las circunstancias para ello. Había sido, por primera vez en mucho tiempo, egoísta. Había conseguido ser consecuente con lo que quería a largo plazo, sin pensar en el instante.  Libélula

Te sé

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Es tan inmensa la certeza de que estás ahí, que pensarte es como hablar contigo. Te siento tan cerca en estos días, que todo me lleva a ti: una cena, un sueño, el claxon de un coche... ¡Yo qué sé! ¡Yo te sé!  Libélula

Puñeteros

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 - ¡No desaparezcas, por favor!  - No lo haré. No soy así.  Y te creí. O, por mejor decir, nos lo creímos a pies juntillas. Tú, no solo no desaparecías, sino que fuiste haciendo tu presencia más real, más tangible. Y lo hacías sin pedírtelo. Solo te rogué una cosa, una ínfima cuestión... Y ahora, me enfrento a un escritorio vacío; a cajones puñeteros llenos de emociones vacuas; y a recuerdos que brotan cuando menos me lo espero, cuando menos lo necesito, cuando mejor puedo estar. Y, ahora sí:  -¡Vete! Acaba de marcharte. ¡Desaparece! Libélula

XLIII

Besarte sería toda una opción, si no se interpusiera entre nosotros el pestilente sabor de tus palabras. Libélula

Dulce y fuerte

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  La definición perfecta. Una simbiosis rara que te puede hacer único en el mundo y que, a veces, te crees sin más. Dos calificativos que corren el tremendo peligro de convertirse en epítetos.   No hay que ceñirse a una definición. Hay que permitirse el lujo de cambiar. Hay que aprender a evolucionar, a sentirse seguro en torno al cambio; porque no es algo negativo, se trata del modo de ver las cosas.  Quizás, sea esa virtud cambiante la que nos hace fuertes. Y, quizás, sea esa testarudez de nuestro yo más interno, la que nos conduce a ser dulces. Y, quizás (por qué no), ambas contradicciones, la de permanecer y la de huir hasta un nuevo yo, sean las que nos hacen únicos. Todo ello sin necesidad de diccionarios, palabras grandilocuentes o metáforas rebuscadas... Tan solo con la imagen de unos limones y unas cuantas torrijas bañadas en miel.                                                 Luciérnaga

El remedio de escribir

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  No quería escribirle. ¡No! Los separaban miles de kilómetros y los días se hacían tediosos. Pero, si tan convencido estaba de que lo mejor era no escribirle, ¿por qué lo hacía? La respuesta saltaba a la vista, pero él no se daba cuenta. Sentado frente a la ventana de su improvisado dormitorio, en aquella remota aldea, vio amanecer. Otro amanecer. Todo era monótono y repetitivo, incluso las tareas que llevaba a cabo en el poblado. Y lo peor, era dedicarles tiempo a los niños. Lo hacía con gusto, desconectaba. Pero cuando volvía a centrarse en sus pensamientos, todos lo conducían a la rubita de ojos azules que había dejado en España: su niña. El motivo de su existencia. Estaba siendo horrible. Fotografió la salida del sol, emergiendo tras el baobab que le fascinaba. Tenía la galería de su Redmi 8 , lleno de fotos que no compartía. Ni en Facebook , ni en Instagram , ni siquiera por wasap. No quería escribirle. Y no se daba cuenta de que rompería aquella monotonía si lo hacía. No era

Visión de futuro

Dame mil motivos, una única razón;  dame el roce de tus labios  y lo límpido en color.  Dame, aunque no te lo pida. Hazlo, a pesar de los dos.  Reconoce nuestros pasos, no nos pierdas en un error. Luciérnaga

Despedida

“Y la semana que viene repasaremos de nuevo el género lírico”. De repente, el ruido de vibración del teléfono sobre la mesa, me sobresaltó. Era una llamada desde casa de mis padres. Salí al pasillo y se me cayó el alma a los pies, escuchando el llanto desconsolado de mi hermana.  Tan solo me dio tiempo a coger un colgante con una moneda inserta. Me lo puse a a modo de pulsera y arranqué el coche. El trayecto fue tedioso. Me costaba concentrarme en la carretera.  ¿Quién iba a decirme que pocas horas después estaría en el cementerio sin ser aún la hora del entierro? Nadie. Jamás.  El sonido de una maza derribando un pequeño tabique hizo que se me erizara el vello de la nuca. Era el sonido de un despertar bronco, a destiempo. Cada trozo de madera se desprendía como si aquel ya no fuera su lugar y, efectivamente, no lo era. Todo estaba preparado, como quien espera una unión vacua. Ver la finitud de lo físico, me hizo aferrarme a la idea, más bien consoladora, de un más allá.  De vuelta a l

Habitando el momento presente

  La mayor parte del tiempo, vivimos con la vista puesta en el futuro: el trabajo que deseamos, la casa perfecta, crear una familia… Quizás, nos vemos saturados e inmersos en eso que denominamos “convenciones sociales”. Unos estándares de vida que nos conducen a proyectar nuestro futuro, obviando el presente. Olvidamos disfrutar la cotidianidad solo por el hecho de que el futuro nos acecha. Además, somos espectadores de lo cotidiano porque lo consideramos superfluo, anodino, rutinario. Creemos que nuestra felicidad depende de que nos ocurran cosas maravillosas que perduren en el tiempo. Pero ¿es posible que la felicidad o el bienestar se hagan continuos? La verdad, no lo creo. A pesar de nuestro anhelo de que así sea, no puede ser. Son momentos. Son instantes de felicidad que, se mezclan con la rutina y, la mayoría de las veces, no apreciamos. Podemos concluir, entonces, que somos conscientes de la fragilidad del momento presente; pero que tenemos tan asumido vivir en pro de un fut

Después

 Después, más tarde, luego, en un rato ... Postergamos las cosas demasiado. A veces, puede ser porque queremos deleitarnos en el hecho de alargarlas en el tiempo, porque sí porque necesitamos sentir que disfrutamos al máximo. Otras, quizás estemos mostrando una gran cobardía ante la situación. Es más sencillo escribir un "después" que echarle valor y arrancar de cuajo todo lo que queda.  Pensamos en nosotros mismos y no en quien espera esa llamada postergada. Esa persona que, por mera intuición, ya sabe qué se le va a decir aunque duela, aunque forme un nudo en su garganta que empieza a vaciarse por los ojos. Luciérnaga

Salud, literatura y carnaval

El comienzo del año me lanza a escribir. A punto estuve de hacerlo antes de acabarlo, pero no me gusta escribir cuando no me siento del todo bien, y no lo estaba. - ¿Ahora sí lo estás? Pues creo que no, aún no, aunque veo las cosas con las gafas adecuadas, con las que tenía guardadas y no sacaba. Durante mucho tiempo me he aferrado o a verlo todo con claridad o a quitarme las gafas y verlo todo borroso. Como digo, en un cajón desastre tenía las lentes que el momento requería.   Y tampoco hay que darle todo el mérito a las gafas. La gente a mi alrededor me ha hecho reaccionar de un modo u otro. Mi familia entendiendo que necesitaba llorar y refugiarme en ellos; algunos de mis amigos respetando mis silencios o mis pocas palabras; la gente en redes haciéndome reír y animándome; y un largo etcétera.   La lectura ha acabado por darme nueva perspectiva, con "El caballero de la armadura oxidada": "Cuando aprendáis a aceptar en lugar de esperar, tendréis menos decepciones&qu