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Mostrando entradas de enero, 2021

Despedida

“Y la semana que viene repasaremos de nuevo el género lírico”. De repente, el ruido de vibración del teléfono sobre la mesa, me sobresaltó. Era una llamada desde casa de mis padres. Salí al pasillo y se me cayó el alma a los pies, escuchando el llanto desconsolado de mi hermana.  Tan solo me dio tiempo a coger un colgante con una moneda inserta. Me lo puse a a modo de pulsera y arranqué el coche. El trayecto fue tedioso. Me costaba concentrarme en la carretera.  ¿Quién iba a decirme que pocas horas después estaría en el cementerio sin ser aún la hora del entierro? Nadie. Jamás.  El sonido de una maza derribando un pequeño tabique hizo que se me erizara el vello de la nuca. Era el sonido de un despertar bronco, a destiempo. Cada trozo de madera se desprendía como si aquel ya no fuera su lugar y, efectivamente, no lo era. Todo estaba preparado, como quien espera una unión vacua. Ver la finitud de lo físico, me hizo aferrarme a la idea, más bien consoladora, de un más allá.  De vuelta a l

Habitando el momento presente

  La mayor parte del tiempo, vivimos con la vista puesta en el futuro: el trabajo que deseamos, la casa perfecta, crear una familia… Quizás, nos vemos saturados e inmersos en eso que denominamos “convenciones sociales”. Unos estándares de vida que nos conducen a proyectar nuestro futuro, obviando el presente. Olvidamos disfrutar la cotidianidad solo por el hecho de que el futuro nos acecha. Además, somos espectadores de lo cotidiano porque lo consideramos superfluo, anodino, rutinario. Creemos que nuestra felicidad depende de que nos ocurran cosas maravillosas que perduren en el tiempo. Pero ¿es posible que la felicidad o el bienestar se hagan continuos? La verdad, no lo creo. A pesar de nuestro anhelo de que así sea, no puede ser. Son momentos. Son instantes de felicidad que, se mezclan con la rutina y, la mayoría de las veces, no apreciamos. Podemos concluir, entonces, que somos conscientes de la fragilidad del momento presente; pero que tenemos tan asumido vivir en pro de un fut

Después

 Después, más tarde, luego, en un rato ... Postergamos las cosas demasiado. A veces, puede ser porque queremos deleitarnos en el hecho de alargarlas en el tiempo, porque sí porque necesitamos sentir que disfrutamos al máximo. Otras, quizás estemos mostrando una gran cobardía ante la situación. Es más sencillo escribir un "después" que echarle valor y arrancar de cuajo todo lo que queda.  Pensamos en nosotros mismos y no en quien espera esa llamada postergada. Esa persona que, por mera intuición, ya sabe qué se le va a decir aunque duela, aunque forme un nudo en su garganta que empieza a vaciarse por los ojos. Luciérnaga

Salud, literatura y carnaval

El comienzo del año me lanza a escribir. A punto estuve de hacerlo antes de acabarlo, pero no me gusta escribir cuando no me siento del todo bien, y no lo estaba. - ¿Ahora sí lo estás? Pues creo que no, aún no, aunque veo las cosas con las gafas adecuadas, con las que tenía guardadas y no sacaba. Durante mucho tiempo me he aferrado o a verlo todo con claridad o a quitarme las gafas y verlo todo borroso. Como digo, en un cajón desastre tenía las lentes que el momento requería.   Y tampoco hay que darle todo el mérito a las gafas. La gente a mi alrededor me ha hecho reaccionar de un modo u otro. Mi familia entendiendo que necesitaba llorar y refugiarme en ellos; algunos de mis amigos respetando mis silencios o mis pocas palabras; la gente en redes haciéndome reír y animándome; y un largo etcétera.   La lectura ha acabado por darme nueva perspectiva, con "El caballero de la armadura oxidada": "Cuando aprendáis a aceptar en lugar de esperar, tendréis menos decepciones&qu