Te confieso que...
Odio cuando me dices que los nervios
te jugaron una mala pasada.
Cuando excusas tus fracasos
tras esa pátina de verdad a medias.
Has caído, sí, pero tú te has dejado caer.
Nadie te ha pisado los dedos cuando estabas
colgando del borde de la balaustrada.
Te tendieron la mano, varias además,
y no supiste aferrarte a ellas;
ensimismado en tus planteamientos pueriles,
dejaste escapar la oportunidad
de subir ese peldaño con fuerza,
pisando sobre seguro.
Ahora, te toca empezar una nueva andadura
con unos zapatos a estrenar que, quizás,
no sean de tu talla.
Te harán rozaduras, pues te quedan grandes,
pero solo tú, únicamente tú,
puedes adquirir esas plantillas que se ajusten a tu pie
y a la horma de tu zapato.
Borrón y cuenta nueva.
te jugaron una mala pasada.
Cuando excusas tus fracasos
tras esa pátina de verdad a medias.
Has caído, sí, pero tú te has dejado caer.
Nadie te ha pisado los dedos cuando estabas
colgando del borde de la balaustrada.
Te tendieron la mano, varias además,
y no supiste aferrarte a ellas;
ensimismado en tus planteamientos pueriles,
dejaste escapar la oportunidad
de subir ese peldaño con fuerza,
pisando sobre seguro.
Ahora, te toca empezar una nueva andadura
con unos zapatos a estrenar que, quizás,
no sean de tu talla.
Te harán rozaduras, pues te quedan grandes,
pero solo tú, únicamente tú,
puedes adquirir esas plantillas que se ajusten a tu pie
y a la horma de tu zapato.
Borrón y cuenta nueva.
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