El carnaval que se salvó

Estaba echándole un ojo a mi blog. Llevo mucho tiempo, demasiado, sin pasar por aquí; sin dejar algunas palabras a las que volver algún día. De modo que voy a ello.

El pasado 2019 hice un resumen de lo que fue el carnaval para mí. Y es que desde que vivo en esta bendita tierra, es obligado hacerlo. Quiero que este año no sea menos. Incluso, me atrevería a decir, que debe ser más, mucho más. Porque este carnaval 2020 ha sido y será: "El carnaval que se salvó". Y quizás, ahora que voy a rememorarlo contigo, que me lees, puede ser también el carnaval que nos salve.

Están siendo días raros. En los que poco o nada nos importa el sol en la calle, el buen tiempo, si es fin de semana o no. Nuestra mayor preocupación se reduce en estar bien y cuidar de los nuestros. ¿Cómo? ¡Cómo sea! Desde aquí, quiero cuidar un poco de vosotros, quienes asomáis alguna vez a este rincón.

Para recordar este Carnaval, no seguiré un orden lógico. Voy a poner en alza aquello que más relevancia ha tenido a lo largo de estos meses. Y si lo hago así, debo comenzar por darle el valor que merece conocer a gente, con la que ya habías entablado conversación pero que aún no conocías. Si encamino mis recuerdos en ese sentido, no me queda más remedio que irme al jueves 27 de febrero, en una Calzada repleta de público y ante un pregonero sin igual: el tango. Para mí fue Gloria Bendita recibir así al carnaval 2020. Además, acompañada de quienes este año han entrado en mi vida dando pasos agigantados y abriéndose un hueco enorme. Por supuesto, acabar un pregón y poder felicitar a uno de sus artífices con total sinceridad y llena de alegría por saber que estaba feliz; fue todo un gusto. Algo que creo que nunca olvidaré.

Por supuesto, este año también hubo teatro. De hecho fuimos tan acertados que escuchamos en preliminares y en cuartos a la comparsa que se llevaría el primero. Pero el carnaval, no es teatro, no es Falla...


¡La calle, ahí está el carnaval que es gloria bendita! En la calle me reencontré con amigos de siempre que lo hicieron todo como si lo viviésemos de nuevo. En la calle, callejeé con gaditanos de pura cepa, de esos que saben dónde asomarse para escuchar o para tomar una copita de vino. En la calle disfruté de las bateas, al máximo, como nunca. Buscando en cada esquina, en cada rincón y sintiendo que se me buscaba también a mí. No quise ver morir el tango, solo por el hecho de no querer enterrarlo, y ahora siento que perdí uno de esos instantes; pero, también, me siento en la obligación de buscar ese instante en otros, muchos, años.

Y en la calle, también, desvirtualicé a gente. Algunos solo fueron unos segundos en el que un saludo apresurado nos dejó con la miel en los labios. Con otros pude entablar una paciente charla sobre creación carnavalesca, criterios, formas de concebir las letras...¡Me fascinó!

Armengual fue la calle donde vi la última agrupación de 2020 y no podía ser otra que @cadiwoman. Y es que con ellas, el carnaval adquiere la dimensión que siempre le ha pertenecido, la que desvirtúan los medios e, incluso, el aficionado de "entrada". En una esquina solo tienes que escuchar y disfrutar. Hay que olvidarse de nombres, firmas, voces... para centrarse en lo que de verdad importa: la crítica, el poder de la palabra en la calle.

Luciérnaga

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