PALABRAS DE ESPERA

 Hace algunos años dedicaba las últimas horas del Martes Santo a escribir unas líneas a modo de reflexión personal ante mi Moreno. Palabras torpes, cargadas de Esperanza; y escritas desde el más profundo amor que mi madre me enseñó y me sigue enseñando. Y que se hacían extensivas a todo el que las escuchaba en torno a la cruz de guía. 

Las palabras, siempre han sido mi fuerte. Plasmarlas en el papel. Y eso es precisamente lo que hago justo ahora, que acabo de venirme con cientos de ellas agolpadas en mi garganta. Queriendo salir sin hacer ruido, aunque la idiosincrasia del Miércoles esté repleta de folclore, de ruido, de color. 


Dos abrazos, bañados de un granate vívido, han reorganizado todo dentro de mí. Dos abrazos que suman años y años, uno tras otro; y que dejan ver la constancia. El saber ser y saber estar, ante miradas furtivas que, quizás enturbien algún pensamiento; pero son así esos abrazos que se traducen en personas que aman, enseñan, permanecen. 


Sólo sé rezar con palabras, son mis gestos más puros. Y estas aparecen en mi teclado mecidas por los sones de una banda que cruza San Martín en una tarde rebosante de Esperanza y Flagelacíón. 


Carmen 

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